Historia

Hans Heyer, el participante «pirata» de la historia de la Fórmula 1.

Hans Heyer, el participante “pirata” de la historia de la Fórmula 1.

Hablar de Hans Heyer es hablar de uno de los pilotos de coches más versátiles de los años 70 y 80. Este alemán que tenía como amuleto de la suerte un sombrero de tirolés a pesar de ser de Mönchengladbach, zona oeste de Alemania, ha competido en 1.000 carreras en más de 30 años de automovilismo y ha conducido como piloto oficial o semi oficial para muchas marcas como Ford, Mercedes, Lancia, Porsche, Jaguar y BMW.

Es el piloto de karts más exitoso de Alemania de todos los tiempos, ganó el campeonato alemán de carreras (hoy DTM) en tres ocasiones, ganó tres veces las 24 horas de Spa (2 con BMW y 1 con Jaguar), en 1974, fue campeón de Europa de turismos, ganó, entre otras cosas, las carreras de 1000 km en Nürburgring, Monza, Mugello, Kyalami, las 6 horas de Nürburgring, las de Jarama y las 12 horas de Sebring (1984), compitió en las 24 horas de Le Mans varias veces y se convirtió en campeón mundial de autos deportivos con Porsche y Lancia en 1976 y 1980.

Al final de su carrera, compitió en el París-Dakar para MAN, ganó la clase de camiones y terminó en 28 en la general.Pero Heyer tuvo también dos carreras en monoplazas y la última de ellas hace historia en la F1 ya que le convierte en el único piloto en participar en un GP de la categoría reina de forma ilegal. No haberse clasificado para la carrera y no tener ningún permiso específico para competir no fue un obstáculo para un piloto que quería tomar parte en el GP de casa como una de las ambiciones de su carrera deportiva.

Empezamos por el principio. Günther Schmidt, jefe de ATS, tuvo la «genial» idea de invitar a Hans Heyer a participar en el GP de Alemania de F1 de 1977, pensó (con acierto) que la popularidad de Heyer en su país atraería un puñado de patrocinadores que podían «pagar la fiesta». Dicho y hecho. Pues, así de simple fue cómo un corredor que solo había competido en una prueba con monoplazas, una de F2, en la que obtuvo un punto con una séptima plaza, lo cual no estaba nada mal para un debutante, se sentó por primera vez en un coche de F1.

Encantado con la idea, Hans, que llegaba al GP de Alemania con 34 años, pensó que debutar en el Gran Circo ante sus compatriotas sería un sueño.Estaba claro que la experiencia y su buen hacer al volante de coches tan distintos le había dado la capacidad de adaptarse con relativa facilidad a cualquier coche que le dieran. Por otra parte, su conocimiento de Hockenheim, que llegaba a la F1 después del accidente de Lauda en Nürburgring el año anterior, le daba opciones reales de clasificarse. El coche era un Penske PC4 del año anterior, lo que hacía las cosas difíciles. A pesar de todo, Jean-Pierre Jarier, piloto principal del equipo, fue duodécimo en la parrilla de salida.Para Heyer, el fin de semana fue un poco más complicado.

Empezó con una 27ª posición (solo partirían 24 pilotos el domingo) y rodando por encima de los dos minutos. Para la siguiente sesión, la mejora fue clara y subió hasta el 18º puesto, rodando ya en 1:58. En la última sesión de entrenamientos libres, Heyer bajaba hasta la 24ª posición, siempre mejorando su tiempo. La sesión clasificatoria estaría muy igualada. Heyer rebajó su tiempo hasta el 1:57.58 pero se quedó a 4 décimas de la última posición que daba acceso a la parrilla.

Héctor Rebaque con un 1:57.18 era el último clasificado para tomar la salida, mientras que Heyer era 27º de nuevo, tal y como había empezado el fin de semana. Pero eso sí, cerca de clasificarse, aunque se había visto superado por Patrick Nève y Emilio de Villota, había conseguido ser más rápido que Emerson Fittipaldi, Arturo Merzario y Teddy Pilette.

Inasequible al desaliento, el rookie de Mönchengladbach decidió que su participación en el GP de Alemania de 1977 no podía acabar así. Heyer no se había dado por vencido aún.

Cuando llegó el día de la carrera, el segundo hombre de ATS se preparaba como si fuera a salir. ¿Raro, no? Según la normativa de la época, si algún piloto tenía un problema, los siguientes clasificados eran reservas oficiales. Pero siendo 27º, eso significaba que Heyer necesitaba que tres pilotos no pudieran estar listos. Esto era altamente improbable pero aún así, el alemán se ponía el mono y el casco y se sentaba en el coche en el momento de la salida, aunque lógicamente estaba en los boxes ya que no tenía acceso a la parrilla. El amigo Heyer sabía lo que hacía, tenía un plan secreto.

Por un problema con el semáforo, la salida se dio ondeando la bandera alemana, provocando cierto caos y que se tocaran Alan Jones y Clay Regazzoni en la primera curva, y ante tal desconcierto, un F1 de color amarillo salía del carril de boxes, el corredor del sombrero tirolés, vio que llegaba su momento de gloria. Aceleró por la calle de boxes y se metió en la pista.

¡Hans Heyer había entrado al circuito en medio del GP! Conocido y apreciado por los comisarios de Hockenheim, el piloto de ATS salió a pista mientras estos miraban hacia otro lado y el vigesimoquinto coche era parte de la carrera.

El público, al que le caía muy simpático, consciente de la jugada, enloquecía. Cierto es que otros alemanes también competían, Hans-Joachim Stuck para Brabham (podio ese día) y Jochen Mass para McLaren, pero los aficionados gritaban de emoción al ver a ese rebelde bonachón que quería disputar la carrera y no dejaría que nada ni nadie se lo impidiese. El público entendía lo que Heyer estaba haciendo y le apoyaban, mientras que dirección de carrera no podía (o no quería) darse cuenta.

Al final, la carrera del Penske/ATS número 35 duró nueve vueltas. La transmisión del coche dijo basta y se produjo el abandono. Solo entonces se descalificó a Heyer, pero ¿qué más daba? Empezó la carrera e hizo historia en la F1, fue el primer piloto de la historia en competir en un Gran Premio sin haberse clasificado (DNQ), no acabar (DNF) y, además, ser descalificado (DSQ), logrando así ese hat-trick tan especial.

Consciente de que sería incapaz de superar aquella gesta en el Gran Circo, decidió retirarse de la especialidad el mismo día en que había debutado.Para algunos, esta es una mera anécdota. Para Hans Heyer, es la heroicidad de una vida dedicada a la competición. «El día en el que me colé en un Gran Premio de F1″. Nadie más puede decir algo así.

Dardo Fernández Torremare

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