Elio de Angelis, la historia del “príncipe” italiano de la F-1
Elio de Angelis fue el 30º piloto de Fórmula 1 fallecido en accidente, era un piloto popular y había corrido 108 pruebas.
De Angelis no tenía sangre noble, pero venía de una culta familia romana, poseía un acervo cultural diferente a la de la mayoría de los pilotos. Tocaba muy bien el piano, teniendo nivel de concertista, y tenía esa imagen de caballero que distinguía a muchos pilotos de los años ’50 y ’60 y que se fue perdiendo con la profesionalización del automovilismo.
Nacido en Roma el 20 de marzo de 1958, en el seno de una familia rica y con un padre que fue cinco veces campeón del mundo de motonáutica, De Angelis debutó en la Fórmula 1 en 1979.
De Angelis renunció a una carrera de concertista de piano para ser piloto.
Elio ganó el campeonato italiano de Fórmula 3 a los 19 años, incluyendo la prestigiosa carrera de F-3 en Mónaco, y a los 21 años debutó en F-1 con el débil equipo Shadow. En 1980 entró en el equipo Lotus, en el que ganó los grandes premios de Austria de 1982 y de San Marino en 1985. En 1984 fue tercero en el Mundial, tras Niki Lauda y Alain Prost, y el año pasado terminó en quinta posición.
Sin embargo, tras seis años en el equipo, De Angelis estaba muy disconforme con la atención que le daba el equipo a su nuevo compañero, un joven talento llamado Ayrton Senna. El potencial del brasileño revolucionó el ambiente en Lotus, y Elio, ofendido y molesto, firmó con Brabham para la temporada 1986. En las cuatro pruebas disputadas en Brabham, se vio obligado a retirarse, debido a los graves problemas que le ocasionaba el revolucionario modelo BT-55.
El sudafricano Gordon Murray diseñó un auto increíble, el Brabham BT55, con un centro de gravedad bajísimo y grandes novedades aerodinámicas, pero que tenía serios problemas de puesta a punto. Además, la forma del motor BMW turbo, de cuatro cilindros en línea, no ayudaba a la fluidez aerodinámica del auto. Si bien la idea era excelente (y así lo demostró dos años después otra creación de Murray, el mítico McLaren-Honda de 1988), se necesitaba de mucho trabajo en pista para desarrollar el BT55 y por ello el equipo salía con frecuencia a probar a distintos circuitos.
El accidente de Elio de Angelis, uno de los pilotos con más carisma de la Fórmula 1, sólo tuvo como testigo parcial a un mecánico de la escudería Benetton. Este mecánico tomaba el tiempo de paso de De Angelis al entrar en las eses de La Verrerie, del circuito Paul Ricard y, tras mirar su cronómetro, buscó de nuevo el Brabham del piloto italiano y lo vio volando por encima de un guardarrail. Según otros pilotos y mecánicos presentes en el circuito, la hipótesis más probable es que el coche de De Angelis, que llevaba una velocidad de 270 kilómetros por hora, perdiera parte de su alerón trasero; el piloto no pudo controlar el coche, que había perdido su adherencia, golpeó con un guardarrail y salió volando, hasta volver a caer al suelo, unos 100 metros más adelante, y seguir rodando unos 80 metros más. El monoplaza quedó boca abajo. Inmediatamente se inició un incendio, que duró unos ocho minutos. Alan Jones, Jacques Laffite, René Arnoux, Alain Prost y Nigel Mansell, todos ellos compañeros de De Angelis, fueron hacia el lugar del accidente y con sus extintores intentaron apagar el incendio, lo que sólo se consiguió cuando lo servicios de seguridad del circuito intervinieron. Cuando De Angelis pudo por fin ser rescatado, el médico del circuito comprobó que su corazón no latía, y, para reanimarlo le realizó un masaje, cardíaco y le puso una inyección cardiotónica. Cuatro minutos y medio después, el corazón volvía a latir. El piloto italiano sufrió un traumatismo craneal muy grave y otro torácico tremendo. De Angelis, que ingresó en estado de coma en el hospital marsellés, ya no volvió a recuperar el conocimiento.