Frank Williams
Su historia comienza el 16 de abril de 1942 en South Shields, County Durham, localidad donde nace Francis Owen Garbett Williams. Su padre, piloto en la Royal Air Force y su madre, profesora.
Su vida nunca fue un camino asfaltado, limpio o que daba gusto manejar por él… sus primeros meses de vida fueron como una ‘Tragicomedia’.
«El día en que nací, mi padre abandonó el hogar. Al cumplir tres meses, la que me dejó fue mi madre. No faltó una tía buena que me recogió para criarme», contó alguna vez y los duros pasos del comienzo fueron modelando su carácter.
Entonces… el pequeño Frank fue criado por una tía que tuvo la bondad de ocuparse de ese bebé abandonado por sus padres, y a medida que fue creciendo, también fue forjando sueños que nunca más abandonó. Pasó la mayor parte de su infancia en el internado de St. Joseph’s College, en Dumfries, Escocia, donde aprendería el rigor, la disciplina y la fuerza del trabajo, que le modelarían para siempre su carácter y su destino. Al finalizar los estudios, el joven Frank comenzó a trabajar como mecánico en un concesionario de automóviles y luego como representante de ventas para Campbell Soup Company. Pero atento a su gran pasión por el automovilismo y por la competición, con la que soñaba desde la adolescencia. A inicio de los años sesenta, compro un viejo Cooper F3, que llevaba a los circuitos para alquilarlo a los pilotos que no disponían de uno propio. Paralelamente a esta actividad, vendía piezas de recambio de segunda mano.
Gracias a todos estos trabajos, lograría obtener los fondos suficientes como para poder disputar sus primeras carreras, primero al volante de un Austin A35 y posteriormente al volante de un Austin A40. Estas participaciones, se caracterizaban siempre por una importante falta de recursos para poder ser competitivo frente a sus rivales. Pero en todas las carreras se salía de la pista. En una de ellas acabó estrellado en el mismo sitio que otro piloto, un tal Johathan Williams, quien le ayudó a salir del coche. Se hicieron amigos y Jonathan le presentaría después a un piloto de raza aunque desconocido por entonces, Piers Courage. Los tres recorrerían los circuitos de carreras de Europa con su Volkswagen Combi. Habitualmente, el encargado del mantenimiento y la puesta a punto, era Frank Williams que pilotaba de manera ocasional. Para su desgracia, los resultados obtenidos en las carreras, fueron bastante mediocres, sumando tan solo un éxito, la victoria en Knutsdorp, en Suecia al volante de un Formula 3. La competición fue una droga dura que se metió en sus venas para toda la vida.
Frank comprendió rápido que podía desempeñar un mejor papel abajo de los coches, y fundó Frank Williams Racing Cars. Consiguió un Fórmula 2 nuevo para su amigo Piers en 1968. No tenían dinero ni para piezas de repuesto, pero Courage destacaba por su velocidad. Williams decidió que había que dar el salto a la Fórmula 1. Quería un Brabham, pero el dueño de la fábrica oficial, Ron Tauranac, se lo negó. Engañó a otro cliente para hacerse con una unidad bajo cuerda. En su segunda carrera, el Gran Premio de Mónaco, aquellos apasionados sin un peso terminaron segundos, toda una proeza para un equipo privado. Había viajado con tres mecánicos, el conductor del camión, Piers, el piloto, y su mujer, Sally. El propio Williams tuvo que pedirle prestado dinero a su piloto para pagar el hotel de Mónaco.
«Siempre tuve poco dinero. Pasaba el tiempo probando mis autos y en las oficinas pidiendo plata. Otros equipos, con más dinero que el mío, obtenían mejores resultados»
De aquellos tiempos es la anécdota que hace un par de años revivió Max Mosley, uno de los fundadores de March. Max Mosley reveló que Williams mandaba el camión de su equipo a buscar repuestos y elementos a la fábrica de March, cuyos coches utilizó antes de construir los propios. El chofer del transporte llevaba un cheque por el valor de la mercancía. Frank esperaba un buen tiempo para asegurarse que el enviado ya se había marchado de casa del proveedor y luego llamaba telefónicamente a Mosley para pedirle que dejara pasar unos días antes de intentar cobrar el cheque porque la cuenta todavía no tenía fondos.
La siguiente temporada, se establecería una relación entre Williams y el fabricante Italiano De Tomaso, para disputar el mundial con el recién presentado De Tomaso 505/38 que había sido diseñado por Gian Paolo Dallara. El monoplaza, se convirtió en una autentica pesadilla pues no era competitivo y cuando lo era, sufría de graves problemas de fiabilidad. Piers Courage recibió una oferta de Ferrari que, incomprensiblemente, rechazó para quedarse con su amigo. El momento más dramático de la temporada llegaría en el GP de Holanda disputado en Zandvoort, donde P. Courage encontró la muerte tras un fatídico accidente. Aquel día, marcaría para siempre a Williams, que perdería a su mejor amigo. Tras esto, tomaría la determinación de no volver a entablar amistad con ninguno de sus pilotos.
Ahí comienza una etapa terrible en lo económico, durante una buena temporada atendía el negocio desde una cabina telefónica por falta de pago de la línea en la fábrica, o llamaba al circuito para que le digan si ya se habían retirado sus acreedores y entonces ahí, simplemente entraba como si nada. Esta situación, llevaría a F. Williams a pensar en la idea que para ser competitivo, la única solución era construir su propio auto. Esto sería posible en 1972, gracias a Politoys, que financió el proyecto. Sin embargo, los recursos financieros que invirtió Politoys fueron insuficientes y el Politoys FX3 haría un lamentable debut en el Gran Premio Gran Bretaña, donde sufriría un accidente debido a un fallo en la dirección que le causaría serios daños al monoplaza.
Politoys abandona antes del final de la temporada obligando a Williams a buscar nuevos socios que le proporcionasen un fuerte respaldo económico. Estos apoyos, lo encontraría en el gigante de los cigarrillos Marlboro y en el pequeño fabricante italiano Iso Autoveicoli SpA. Con esta inversión, se modificaría el Politoys FX3 para convertirlo en el Iso-Marlboro FX3B, además se construye un segundo monoplaza que le permitiese disputar el mundial con dos pilotos. A mediados de la temporada se presentaría el Iso-Marlboro IR, pues el FX3B había quedado obsoleto.
Tanto Iso Rivolta como Marlboro se fueron antes de la temporada de 1974, dejando a Williams con problemas financieros otra vez. Los dos chasis IR se conservaron, convenientemente, se los rediseñó para convertirlos en el Williams FW01 que continuaría evolucionando en el Williams FW02 y Williams FW03 hasta la creación del nuevo FW04 en 1975.
De trampa en trampa y patrocinadores que eran rechazados por ‘Los Grandes’ , llegó un millonario canadiense, Walter Wolf, quien acordó comprarle los motores lo que le permitiría mejorar las cuentas del equipo. En 1976, compraron varios coches del equipo Hesketh para participar en el campeonato. Wolf se hizo con el control de Williams a finales de esa temporada, comenzando a competir con su propio nombre. Lo que obligaría a Frank Williams a empezar desde cero, volvió sobre sus pasos y se consiguió un March 761.
Williams fundó por segunda vez otro equipo. Conoció a Patrick Head, un ingeniero joven, con menos pulgas que ‘perro con 10 pipetas’ Con ambos como socios nació Williams Grand Prix Engineering. Williams dejó en manos de Head la parte técnica. Sus personalidades se complementaban a la perfección. Head era el ogro que Williams necesitaba. Frank Williams encontró socios varios inesperados como Saudia Airlines y TAG (Techniques d’Avant Garde). Se trasladaron a unas nuevas instalaciones, en Didcot y de la cabeza de Patrick Head nace el FW07, un monoplaza convencional pero terriblemente eficaz.
En dos temporadas, Williams pasó de estar en el fondo de la parilla a lo más alto, ya que gano cinco carreras en 1979 y obteniendo la segunda posición en el Campeonato de constructores. Tan solo un año más tarde, conseguiría los títulos Campeón del Mundo de Constructores y de pilotos con Alan Jones, en ese momento Williams pasaría a ser el rival a batir, logrando un nuevo título de constructores en 1981.
La gloria en las carreras, las victorias, los patrocinadores, los títulos mundiales, todo parecía encaminado para este hombre, amante de los deportes, que de la nada, cayendo una y mil veces, había montado un imperio en el mundo imposible de la Fórmula 1.
En medio de la ‘borrachera de victorias’ la vida le tenía una reservada… la más brava de todas. El 8 de marzo de 1986, finalizados unos ensayos en el circuito de Paul Ricard, por las rutas de Francia, el Ford Sierra en el que se trasladaba junto al Jefe de Prensa de su equipo, Peter Windsor, se descontroló y dio varios vuelcos. Williams se llevó la peor parte.
Desde aquel día nunca volvió a caminar, producto de una grave lesión en la 7ma y 8va vértebras. Frank tuvo que enfrentar al mundo desde una silla de ruedas, para siempre. El deportista amateur que corría 10 km diarios, ya no era capaz de valerse ni siquiera para las tareas personales más indispensables, pero no por eso iba a renunciar a su pasión, la cual implica no sólo grandes tensiones, sino que también demanda miles y miles de kilómetros alrededor del mundo, en ese circo itinerante que es la Fórmula 1. Poco después la reina Isabel II le concedería a Frank Williams la Orden del Imperio Británico y le concedería el título de Sir. Nunca pensó en renunciar al vertiginoso mundo de la velocidad que propone la Fórmula 1. Tenía 45 años. Indomable, apareció en silla de ruedas meses después en el Gran Premio de Gran Bretaña. ¿Vender el equipo y retirarse a una vida más tranquila? Nunca pasó por su cabeza… Siguió al frente durante años.
Wílliams ganó una batalla deportiva en 1987, cuando Nelson Piquet le dio su tercer título de pilotos y contribuyó para obtener la Copa de Constructores. Sin embargo, ese mismo año perdió una importante guerra, cuando McLaren se impuso la puja y se quedó con los motores Honda y encima se aseguró a Ayrton Senna para 1988.
En 1994 cumplió uno de sus grandes sueños con Ayrton Senna conduciendo uno de sus monoplazas, Para el británico, la pesadilla por la muerte de Senna mientras manejaba su FW16 no terminó cuando los restos del corredor fueron enterrados en el cementerio de Morumbí. Siguió cuando una corte italiana juzgó a los miembros de su equipo -y a los responsables del circuito y la seguridad- por considerarlos culpables del accidente. El hecho nunca quedó claro y todos los acusados fueron absueltos. Sin Senna, Williams ganaría después dos títulos de pilotos y tres de marcas… Pero eso da para otra historia que la contaremos más adelante.
Gracias al gran trabajo de Frank Williams, se lograría un acuerdo con Renault, que le reportaría el periodo de mayor esplendor del equipo. Esta relación se extendería de 1989 a 1997 y le aportaría a Williams otros cinco títulos de constructores y los convertiría en el rival a batir en el mundial de Fórmula Uno durante prácticamente una década.
Por lo deportivo, hay gente que cuestiona a Williams. En Argentina por ejemplo se recuerda su relación con Carlos Reutemann en aquella temporada de 1981. Al mismo tiempo hay otros lugares donde se lo venera, pero no hay un lugar donde no se lo respete.
Por Gustavo M. Antonio para La MáximaF1.com