Autos de Leyenda: Lotus 80, ‘El Wing Car Demente’
Autos de Leyenda… son aquellos que quedaron en el inconsciente colectivo por alguna rara razón, o no. Algunos quedaron por su por su tremenda eficacia, otros por su belleza, o por su fealdad, por mil razones, pero la gente los recuerda y los coloca en ésta extraña extraña lista, todos mezclados pero recordados.
El Lotus 80 se metió en ésta categoría, pero no precisamente por las razones deseadas por sus diseñadores. Lo que iba a ser un proyecto revolucionario y eficaz, como nunca fracasó y fue la bisagra que se accionó para ir marcando el final de un equipo que siempre, desde su aparición hizo aportes técnicos invaluables para la máxima.
En 1978, Lotus ganó el título mundial con un auto que ya había perfeccionado de su predecesor un buen uso del efecto suelo, un concepto que era la vedette en la F1 en ese momento. Colin Chapman diseñó el modelo del próximo año, el Lotus 80, llevando la idea a niveles extremos.
Con el Lotus 80, el plan de Chapman era crear un automóvil capaz de aplicar la idea con total eficiencia. El auto tenía forma de ala, sellando el piso con polleras desde la nariz hasta la parte trasera y sin aditamentos aerodinámicos.
La intención era tener las líneas más limpias y suaves posibles, sin accesorios que provoquen arrastre; esto permitió que el automóvil tuviera una velocidad máxima más alta, pero aún así tener elevación aerodinámica en las curvas a través del efecto venturi en el piso. Y todo funciona con el entonces, viejo y confiable Ford Cosworth DFV, como todos los autos Lotus desde los 49 de 1967, el 80 fue impulsado por el venerable Ford-Cosworth DFV 3.0L V8, produciendo 485 caballos de fuerza a través de la transmisión manual de cinco velocidades Hewland FGA400.
La filosofía se aplicó a todos los sectores del auto, con un monocasco ajustado, suspensión interna, caja de cambios angosta y apretada para mejorar el flujo de aire, entre otros atributos.
En el nuevo chasis los túneles pasaban el eje trasero e incorporaba un segundo sistema en una trompa alargada en un esfuerzo por mantener el equilibrio. El vehículo generaba tanta carga aerodinámica que el chasis debió reforzarse para evitar que se rompiera, además no contaba con alerones, ni delanteros, ni traseros…
En teoría el Lotus 80 era invencible, pero cuando el auto tocó la pista indicó otra cosa. Andretti y Carlos Reutemann, nuevo piloto del equipo, no pudieron controlarlo debido al porpoising, un rebote violento producido por el propio efecto suelo.
A altas velocidades aumentaba la diferencia de presión entre las superficies inferior y superior incrementando la carga aerodinámica hasta detenerse. En ese momento la parte delantera del automóvil se elevaba bruscamente, produciendo que el efecto suelo comenzara nuevamente. Esto se producía de forma cíclica en todos los sectores de la pista dificultando la conducción del vehículo, sobre todo en los sectores lentos.
La única manera de aprovechar el Lotus 80 al máximo era conducirlo a fondo en todo el circuito, aunque cualquier desperfecto del asfalto que rompiera la armonía del efecto suelo lo podía hacer volar por los aires…
Construido para la temporada de 1979, el 80 era técnicamente muy similar a sus predecesores con un monocasco de aluminio y el motor Cosworth DFV. Se prestó especial atención para despejar el mayor espacio posible para los Venturis de la parte inferior de la carrocería. Claramente visibles eran los escapes redirigidos que salían por encima de la caja de cambios en lugar de salir por la parte de atrás. Chapman pensó que la eliminación de todas las alas reduciría la resistencia considerablemente con la aerodinámica extrema de la parte inferior de la carrocería compensando la pérdida de carga aerodinámica. Se agregaron una serie de pequeños dispositivos aerodinámicos en la parte delantera y trasera para permitir algunos ajustes.
En las pruebas, la nueva nariz larga equipada con faldones resultó ser el punto débil del diseño y se dañó fácilmente. Para la siguiente prueba, al Lotus 80 se le había crecido un alerón trasero y se descartó el morro largo.
Un beneficio adicional del sistema de efecto suelo fue que causó una muy baja cantidad de resistencia aerodinámica. En un automóvil tradicional con alas convencionales esto no fue posible, ya que una configuración agresiva de alta fuerza descendente lo redujo considerablemente en las rectas. Con el increíble potencial de los 80, las alas convencionales fueron consideradas innecesarias. Como resultado, la máquina sin alas y de nariz larga parecía completamente de otro mundo en comparación con su oposición.
Durante las pruebas, Andretti notó de inmediato un problema severo en el auto. A altas velocidades, el sistema de efecto suelo funcionó a la perfección, pero en giros lentos todavía era muy impredecible. A medida que el automóvil disminuía por debajo de cierto umbral, perdía casi toda la fuerza aerodinámica de manera violenta. Cuando se aceleraba, recuperaba repentinamente su fuerza descendente, golpeando a su piloto y sometiéndolo a fuerzas violentas.
Una complicación secundaria fue la tendencia del automóvil a moverse intempestivamente de un lado a otro cuando el centro de baja presión se desplazaba junto con su centro de gravedad. Además, cualquier cambio de elevación o imperfección del circuito tenía un efecto dramático en el equilibrio del auto, lo que provocaba que se pegara y despegara de forma incontrolable alternativamente (Porpoising). Combinado con la sólida suspensión necesaria para mantener el efecto de suelo, esto resultó para los pilotos una verdadera tortura conducirlo.
El auto finalmente hizo su debut en el campeonato mundial en el Gran Premio de España en Jarama dos semanas después. Carlos Reutemann se negó a conducirlo y volvió a usar el 79. En un testimonio del potencial del auto, se clasificó 4to frente a Reutemann en 6to.
Los 80 quedaron fuera de juego de nuevo para el Gran Premio de Bélgica en Zolder, pero había que hacerlo funcionar, así que regresaron en el circuito de Mónaco. Las bajas velocidades en las curvas fueron el talón de Aquiles para el Lotus 80 y Mario Andretti, ya que las modificaciones realizadas en el auto durante las pruebas no habían cambiado su brutal manejo violento. Esto probablemente se debía a la disminución del volumen de aire que pasaba por los perfiles alares, el auto necesitaba sustentación para poder doblar, y al no tener alerones esto se complicaba, tampoco funcionaban las suspensiones que eran similares al Lotus 79, y no soportaban la torsión y la carga de efecto suelo que producía el Lotus 80, en curvas de alta velocidad, que era mucho mayor al del Lotus 79.
El 80 era imposible de llevarlo por las calles del principado, clasificó 13º. En el día de la carrera, las condiciones no mejoraron para Andretti. El auto maltrató al piloto salvajemente y sucumbió a su propia carga aerodinámica excesiva con un fallo de suspensión en la vuelta 21.
El Gran Premio de Francia, Dijon-Prenois presentaba un escenario muy diferente, pero los 80 se negaron a ceder. De nuevo, luchando contra el auto a cada centímetro de camino, Andretti pudo clasificar 12º al indomable Lotus 80. El domingo abandonó después de 51 largas vueltas por problemas en los frenos.
La serie de retiros y las continuas quejas de Andretti sobre el auto finalmente obligaron a Colin Chapman a admitir que el Lotus 80 no era la maravilla que creía. En respuesta, Chapman sacó el auto de la competencia y se resignó a usar el 79 cada vez más desactualizado durante el resto de la temporada de 1979. Los 80 nunca volverían a correr.
El Lotus 80 era el lógico paso en la revolución del efecto suelo de Lotus. Al llevar sus ideas a un límite desconocido, el equipo esperaba conservar su ventaja tecnológica sobre el resto de sus competidores. Lamentablemente, Colin Chapman vio con mucha pena que su nueva invención era un verdadero fracaso, una máquina irreverente, salvaje y caprichosa que nunca entendieron completamente.
Su manejo violento y su falta de rendimiento en pistas de baja velocidad demostraron ser su mayor escollo.
Más allá de algún resultado amable, el 80 demostró ser un diseño peligrosamente inestable en cada suelo que tocaba. Mario Andretti, más allá de estar comprometido con el proyecto de tener conocimientos sobre el efecto suelo adquiridos con los previos 78 y 79 no pudo llegar a entenderse con el demente wing car.
Posteriormente se le adicionaron alerones de gran tamaño atrás y convencionales adelante y tampoco funciono debido a que había una mezcla de conceptos de diseño, y prácticamente perdieron el rumbo con el Lotus 80 teniendo que volver al Lotus 79 el cual ya había sido superado por el Ligier Cosworth y le Ferrari 312 T4.
El Lotus 80 hizo su debut en la quinta etapa del ’79 y sólo duró tres carreras para ser definitivamente retirado. Última posibilidad que tuvo Lotus para permanecer en la lucha, ya que éste fracaso marcó el declive del equipo ingles hasta su desaparición en 1994-
Sin embargo… y a pesar de la breve permanencia, la cantidad de sinsabores y el fracaso estrepitoso, empujado por un ambicioso equipo que sólo dos años antes había dado literalmente vuelta la categoría, el Lotus 80, se convirtió definitivamente en un Auto de Leyenda.
Por Gustavo M. Antonio para La MáximaF1.com